Maestros, Gurues y Hombres de Negocios

Una sola persona no puede ser gurú de todos.

El gurú verdadero no anda en busca de más discípulos.
Si te encuentras con un maestro
que desea más y más alumnos,
sencillamente piensa que él está haciendo negocio.

Primero debería ocuparse de beneficiar a sus discípulos
y de ninguna manera obligarlos.
Si un maestro te dice:
“te has convertido en mi discípulo.
Si acudes a alguien más te maldeciré",
échalo de tu casa.
No es gurú sino hombre de negocios.

Por el contrario, el gurú,
debe darte plena libertad;
cuando considere que algo está equivocado en tu vida
te lo dirá con toda gentileza.

Pero si el alumno ha perdido la fe en él,
corresponde que se haga a un lado
y alegremente deje que el discípulo se aleje.


Tu no debes sentirte atrapado ni comprometido,
aún cuando te hayas “rendido” a un maestro,
no eres su esclavo.

El discípulo es un buen amigo, un hijo, un paciente.
En el momento en que ya no disfrutas,
o no digieres los alimentos que se te ofrecen,
debes ir a comer a otro lugar.

Si no estás totalmente convencido,
quizás te convenga quedarte por más tiempo,
pero no por años o meses.

No necesitas someterte a una dieta insípida
por un lapso prolongado para descubrir al fin
que el plato no es un manjar.


Incluso si encuentras al maestro adecuado para ti,
deberías ser capaz de distinguir al verdadero gurú.


Recuerda,
no se trata de lo exterior,
de lo físico,
sino del yo,
de la Luz interna.


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