El problema principal es la preocupación.
Pregúntate a ti mismo
“acaso esto inquietará mi mente”?
Pon a prueba todos tus deseos y acciones,
tal como se hace con una piedra
en la cual se restriega el oro para conocer cuán puro es.
Por el color se identifican los kilates.
A esa piedra se la llama jaspe o piedra de toque.
Pregúntate si va alterar tu paz.
No?
Entonces, adelante!
Pero si existe la posibilidad de que sea alterada,
detente!
Todas instrucciones y mandamientos religiosos
tienen como finalidad ayudarte a mantener la paz.
Si me preguntaras acerca de mi técnica,
te respondería que es la siguiente:
Hagas lo que hicieres, no pierdas tu paz.
Come, bebe, habla, traba amistades,
lleva a cabo cuánto desees,
pero pregúntate primero:
Acaso alterará mi paz hoy mañana o después?
Si no sabes la respuesta,
pruébalo.
Más en el momento en que sientas
que algo está comenzando a robarte tu paz,
rápidamente abre la puerta y explica:
“Señor, creía que podría conservar mi paz
incluso con usted, pero mi paz se altera.
Por favor, la puerta está abierta,
puede retirarse de inmediato?”
Si pierdes tu paz, no podrás a ayudar a nadie,
ni podrás ayudarte a ti mismo.
Un aspirante espiritual se asemeja a un árbol
que necesita un cerco a su alrededor
para protegerlo mientras crece.
Con facilidad se inquieta y perturba.
Al madurar se convierte en un árbol grande,
fuerte, con frutos y sombra para todos.
Madura plenamente y nada lo afecta.
De la misma manera
tú debes conocer los límites
de tu resistencia
y evitar lo que pueda robarte tu paz mental.
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