En un censo estatal llevado a cabo en la India en 1896,
se dice que había más de veinticinco mil
formas diferentes de serpiente Naga (la mítica cobra del Indostán)
en la región noroccidental de la India,
y muchos expertos creen
que el culto a la serpiente
se puede rastrear en el tiempo a través de la India
hasta llegar a Persia y Babilonia,
así como a otras civilizaciones antiguas.
La serpiente está inextricablemente unida
a la magia y la mitología
en casi todas las culturas.
Se la ve como una personificación
de la sabiduría y la bondad
o, alternativamente,
como la personificación del mal,
manifestando así la dualidad implícita en la naturaleza.
Esto también nos remite a la dualidad
de las serpientes de energía
conocidas como Ida y Pingala,
que recorren la espina dorsal,
según la tradición hindú,
y que le dan en llamar Kundalini.
La Kundalini se suele ver
como uno de los senderos de la verdadera sabiduría.
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