El propósito de todas la prácticas espirituales
consiste en conocer nuestro propio yo.
La Biblia dice:
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Pero si uno no conoce su propio yo,
cómo puede amar el yo del prójimo?
Conoce primero tu propio yo
y luego ve tu yo en el prójimo.
Sólo así podrás amarlo como a ti mismo
Qué ocurriría si te pidiera
que amaras a todos la frutas
como amas a las manzanas,
es decir, que vieras la manzana
en todas las otras frutas?
Si no sabes lo que es una manzana
no podrás ver a las otras frutas como manzanas.
De la misma manera,
para amar a todos conforme al espíritu,
debe uno reconocer su verdad espiritual;
debemos reconocer a Dios en nosotros.
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