A pesar de haber reicibido numerosos nombres,
como bandrui, dríada, banfile, druidesa, etc,
no se ha llegado a establecer a ciencia cierta
las funciones que cumplían,
llegando incluso algunos autores
a poner en duda la existencia misma
de las sacerdotisas mujeres.
Entre los historiadores de la época,
Julio César, que fue quién más recopiló sobre los druidas,
no menciona en ningún momento a las druidesas,
aunque tal vez se deba a que sus observaciones
se redujeron a la zona de la Galia Transalpina,
ya que en ningún momento el emperador llegó
a las Islas Británicas y mucho menos a Irlanda,
en cuyas tradiciones orales
es donde se registran con mayor frecuencia
las intervenciones de las sacerdotisas.
Pomponius Mela, en cambio,
quién acompañó a Adriano en sus incuriones a las islas,
cuenta que:
"Hay en Alta Caledonia mujeres sacerdotisas
llamadas Bandruith que,
al igual que los druidas varones,
están divididas en tres categorías:
Las de menor autoridad
permanecen reclusas
y deben observar un voto de virginidad perpetua;
son las que se encargan de alimentar los fuegos perennes
en honor de Dana y Bilé, sus dioses mayores.
En la segunda categoría,
las sacerdotisas pueden casarse,
pero deben permanecer encerradas
en el santuario al que están consagradas
y sólo pueden abandonarlo unos pocos días al año,
para cumplir con sus deberes conyugales;
sin embargo pueden alternar con las gentes,
a las que dicen su buenaventura
y leen su futuro en las hojas de muérdago.
Una bandrui de la clase más alta,
jerarquía a la que sólo se accede
después de largos años de estudio y dedicación
y un completo rito de pasaje,
puede circular libremente, y se dedica a servir al pueblo,
y mantener vivas las tradiciones religiosas;
narran las leyendas de los guerreros y los dioses,
practican la astrología
y adivinan el porvenir por la lectura
de las víctimas de los sacrificios humanos
que son practicados exclusivamente
por los druidas varones.
Se dice, que las banfilidh más poderosas,
como las llaman en su lengua,
residen en la isla de Saina,
en el Mar Interior (posiblemente Mar de Irlanda),
tienen poder sobre la tempestades,
que pueden convocar a voluntad,
pueden convertirse en aves,
y curar las enfermedades más atroces...
Estas mujeres
son altamente reverenciadas por el pueblo,
pues dominan la magia de las piedras
y las hierbas curativas;
son las que preparan a los moribundos para el bien morir,
preparan hechizos de amor
y se ocupan de los nacimientos".
como bandrui, dríada, banfile, druidesa, etc,
no se ha llegado a establecer a ciencia cierta
las funciones que cumplían,
llegando incluso algunos autores
a poner en duda la existencia misma
de las sacerdotisas mujeres.
Entre los historiadores de la época,
Julio César, que fue quién más recopiló sobre los druidas,
no menciona en ningún momento a las druidesas,
aunque tal vez se deba a que sus observaciones
se redujeron a la zona de la Galia Transalpina,
ya que en ningún momento el emperador llegó
a las Islas Británicas y mucho menos a Irlanda,
en cuyas tradiciones orales
es donde se registran con mayor frecuencia
las intervenciones de las sacerdotisas.
Pomponius Mela, en cambio,
quién acompañó a Adriano en sus incuriones a las islas,
cuenta que:
"Hay en Alta Caledonia mujeres sacerdotisas
llamadas Bandruith que,
al igual que los druidas varones,
están divididas en tres categorías:
Las de menor autoridad
permanecen reclusas
y deben observar un voto de virginidad perpetua;
son las que se encargan de alimentar los fuegos perennes
en honor de Dana y Bilé, sus dioses mayores.
En la segunda categoría,
las sacerdotisas pueden casarse,
pero deben permanecer encerradas
en el santuario al que están consagradas
y sólo pueden abandonarlo unos pocos días al año,
para cumplir con sus deberes conyugales;
sin embargo pueden alternar con las gentes,
a las que dicen su buenaventura
y leen su futuro en las hojas de muérdago.
Una bandrui de la clase más alta,
jerarquía a la que sólo se accede
después de largos años de estudio y dedicación
y un completo rito de pasaje,
puede circular libremente, y se dedica a servir al pueblo,
y mantener vivas las tradiciones religiosas;
narran las leyendas de los guerreros y los dioses,
practican la astrología
y adivinan el porvenir por la lectura
de las víctimas de los sacrificios humanos
que son practicados exclusivamente
por los druidas varones.
Se dice, que las banfilidh más poderosas,
como las llaman en su lengua,
residen en la isla de Saina,
en el Mar Interior (posiblemente Mar de Irlanda),
tienen poder sobre la tempestades,
que pueden convocar a voluntad,
pueden convertirse en aves,
y curar las enfermedades más atroces...
Estas mujeres
son altamente reverenciadas por el pueblo,
pues dominan la magia de las piedras
y las hierbas curativas;
son las que preparan a los moribundos para el bien morir,
preparan hechizos de amor
y se ocupan de los nacimientos".
4 comentarios:
Pomponio Mela, asi como muchos autores latinos, mencionan a las “dryades”, mujeres sacerdotizas, con los mismos privilegios y categorias que los druidas varones.
Los Druidas vivían mas hacia el exterior masculino y material, mientras que las Druidesas se avocaban hacia el interior, los mundos paralelos y la clarividencia, complementando sus energias en armonia.
Y quien mejor que vos Elieso para ampliar el tema! Me pregunto en que categoria entraria "mi Bandrui"?? ja ja ... chistecito... :-)
Perdon ... "Eliseo"
Precisamente conocidas como Bandruaid - Banfhlaith o Banfhilid, en gaélico...
Birog
Gaine
Aoife
Bodmall
Fidelma
Sin
Brigantia
Ceriddwen
Todas ellas druidesas famosas y citadas en los ciclos mitológicas de Irlanda y Gales
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