Lo que más anhelamos en la vida no es comida,
dinero, éxito, posición, seguridad o sexo;
ni siquiera el amor del sexo opuesto.
Una y otra vez conseguiremos estas cosas
y terminaremos sintiéndonos insatisfechos,
en ocasiones más de lo que estábamos al principio.
Lo que más anhelamos es un secreto
que revela sólo cuando estamos dispuestos a descubrir
una parte oculta de nuestro ser.
En las antiguas tradiciones sapiensales,
este empeño se comparó con la recolección
de la más hermosa perla.
También recibe el nombre de esencia,
hálito de Dios,
agua de vida o néctar sagrado,
lo que con trivialidad propia de la era científica
llamamos "transformación":
Transformación significa cambio radical de la forma,
como cuando la oruga se transmuta en mariposa.
En el ámbito humano
significa convertir temor, agresión duda, inseguridad
y vacío en sus opuestos.
El anhelo secreto que carcome nuestra alma
es totalmente ajeno a cuestiones externas como dinero,
posición o seguridad;
nuestro ser interior reclama un significado,
el final del sufrimiento y respuestas a enigmas
como el amor, la muerte, Dios, alma,
bien y mal.
Una vida superficial jamás responderá
a estas preguntas ni satisfará las necesidades
que la suscitan.
La única manera de satisfacer el anhelo más profundo es econtrando nuestras dimensiones ocultas.
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