Por más convincente que parezca el mundo material
--- y para verguenza de la ciencia moderna ---,
nadie ha podido demostrar que es real.
Las personas comunes
no están al tanto de los avances de la ciencia,
por lo que este grave problema no es conocido.
No obstante, cualquier neurólogo puede decirte
que el cerebro no ofrece ninguna prueba
de que el mundo exterior existe en verdad,
y sí muchas de que no existe.
Todo lo que el cerebro hace
es recibir señales incesantes
relacionadas con el equilibrio químico,
el consumo de oxígeno
y la temperatura del cuerpo.
A lo anterior se suma una corriente discontinua
de impulsos nerviosos.
Esta enorme cantidad de información no procesada
tiene su origen en estallidos químicos
que producen cargas eléctricas.
Estas viajan en todas direcciones
por una intrincada red de finísimas células nerviosas,
y una v ez que llegan al cerebro
(como un corredor que lleva un mensaje a Roma
desde los límites del imperio)
la corteza las combina y forma un conjunto aún más complejo
de señales eléctricas y químicas.
La corteza no nos dice nada
sobre este procesamiento perpetuo de información,
que es lo único que ocurre
dentro de la materia gris.
Nosotros sólo percibimos el mundo material
con todas sus imágenes,
sonidos, sabores, olores y texturas.
El cerebro no has gastado una broma,
un admirable juego de prestidigitación,
pues no existe conección entre
la información no procesada del cuerpo
y nuestra percepción subjetiva de un mundo exterior.
--- y para verguenza de la ciencia moderna ---,
nadie ha podido demostrar que es real.
Las personas comunes
no están al tanto de los avances de la ciencia,
por lo que este grave problema no es conocido.
No obstante, cualquier neurólogo puede decirte
que el cerebro no ofrece ninguna prueba
de que el mundo exterior existe en verdad,
y sí muchas de que no existe.
Todo lo que el cerebro hace
es recibir señales incesantes
relacionadas con el equilibrio químico,
el consumo de oxígeno
y la temperatura del cuerpo.
A lo anterior se suma una corriente discontinua
de impulsos nerviosos.
Esta enorme cantidad de información no procesada
tiene su origen en estallidos químicos
que producen cargas eléctricas.
Estas viajan en todas direcciones
por una intrincada red de finísimas células nerviosas,
y una v ez que llegan al cerebro
(como un corredor que lleva un mensaje a Roma
desde los límites del imperio)
la corteza las combina y forma un conjunto aún más complejo
de señales eléctricas y químicas.
La corteza no nos dice nada
sobre este procesamiento perpetuo de información,
que es lo único que ocurre
dentro de la materia gris.
Nosotros sólo percibimos el mundo material
con todas sus imágenes,
sonidos, sabores, olores y texturas.
El cerebro no has gastado una broma,
un admirable juego de prestidigitación,
pues no existe conección entre
la información no procesada del cuerpo
y nuestra percepción subjetiva de un mundo exterior.
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