"Siempre fuiste mago?,
preguntó el joven Arturo.
"Cómo habría podido serlo?",
contestó Merlín.
"En un tiempo iba por ahí como tú y,
cuando miraba a una persona,
lo único que veía era un forma de carne y hueso.Pero con el tiempo comencé a notar
que las personas que habitan en una casa
que se extiende más allá de ese cuerpo:-- las personas infelices,
con emociones encontradas,
viven en casas desordenadas;
las personas felices y satisfechas
habitan en casas ordenadas --.Después se amplió mi visión.
Cuando veía a una persona,
no podía evitar ver también
a su familia y a sus amigos.
Ésas eran extensiones de la persona,
que me decían mucho más
acerca de quién era ella en realidad.
Y mi visión continuó
expandiéndose.
Comencé a ver debajo de la máscara
de la apariencia física.
Vi emociones,
deseos,
temores,
anhelos y sueños.También éstos son parte de una persona,
si se tienen los ojos para apreciarlos.
Comencé a observar la energía
que emana cada persona.
Para entonces,
el conjunto físico de carne y huesos
había pasado a ser
casi insignificante para mí,
y al poco tiempo
veía mundos dentro de mundos
en todas las personas
con quienes me encontraba.
Entonces me di cuenta
de que todo ser vivo
es el Universo entero,
sólo que cada vez
lleva un disfraz diferente."
"Eso es posible realmente?"
preguntó Arturo.
"Llegará el día en que te darás cuenta
de que todo el Universo vive dentro de ti,
y entonces
serás un Mago.
Como Mago,
no vives en el mundo,
el mundo vive dentro de ti.
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