Cuando aprendemos a acallar la mente
y desintoxicarla de de todos sus conflictos
de vieja data,
se revela ante nosotros la realidad simple
del funcionamiento del universo
--- lo que es.
Dedique un poco de tiempo todos los días
a tomar nota del contenido de su mente.
Este acto de tomar nota,
aunque muy simple,
es uno de los pasos más poderosos
para efectuar el cambio.
No podemos cambiar lo que no vemos.
Es probable que a su ego no le agrade
admitir que está lleno de negación,
conflicto, intenciones contradictorias,
vergüenza, culpa
y todas las demás confusiones
que omnubilan a la mente
y le impiden ver la realidad de lo que es.
En efecto, el ego se enorgullece
de su capacidad para ocultarle a usted
esas cosas, so pretexto de evitarle
el sufrimiento que experimentaría
al ver sus errores, faltas y pecados.
El segundo paso, es aprender
a hacer realidad sus intenciones.
Los pasos son completamente naturales,
pero es preciso aprenderlos.
Haga que el ego se aparte y se lleve consigo
todas sus expectativas y esperanzas.
En lugar de sentir que necesita
controlar el resultado de intención,
sienta la seguridad de que el campo
hará el trabajo por usted.
Libere su intención dentro del campo
de lo eterno;
cuanto más amplia sea su consciencia,
más clara será la señal transmitida.
Por último, tómese todo el proceso
con tranquilidad y naturalidad.
Cuando todos estos pasos converjan,
su intención entrará en el campo
de la consciencia,
el cual es como una especie de matriz
donde se conecta el pensamiento individual
con lo que es.
Las angustias y los apegos
del temeroso ego
no obstaculizarán el suave avance
hacia el resultado.
Lo cierto es que ninguna de las oscuridades
de la mente, es pecado.
"Recuerda siempre",
le advirtió Merlín al joven Arturo,
"que Dios no juzga,
sólo la mente lo hace."
Lo que Dios desea
es que se cumplan todos los mayores
anhelos de cada persona;
ése es nuestro estado natural
como creadores de nuestra
propia realidad.
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