De todas las cosas del mundo,
unas dependen de nosotros:
pensamientos, emociones, palabras y obras.
Todo lo demás no depende de nosotros.
Por lo tanto, debemos cifrar nuestra dicha
en lo que de nosotros depende,
haciéndolo cuanto mejor sepamos y podamos.
El único bien positivo es la tranquilidad de conciencia.
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