Mientras el ego dirija tu vida,
la mayor parte de tus pensamientos,
emociones y acciones surgirán
del deseo y del miedo.
Entonces, en las relaciones,
o bien demandarás,
o bien temerás algo de la otra persona.
Puede que quieras placer o beneficios materiales,
reconocimiento, alabanzas o atención,
o fortalecer tu sentido del yo mediante la comparación
y establecimiento de que eres,
tienes o sabes más que la otra persona.
Y lo que temes es que ocurra justamente lo contrario,
que esa persona pueda reducir de algún modo tu sentido del yo.
Cuando diriges tu atención al momento presente,
en lugar de usarlo como medio para un fin,
vas más allá del ego y más allá de la compulsión inconsciente
de usar a la gente como medio para un fin,
siendo el fin tu propio fortalecimiento
a costa de los demás.
Cuando prestas toda tu atención
a la persona con la cual estás interactuando,
dejas fuera de la realción el pasado y el futuro,
excepto para fines prácticos.
Cuando estás plenamente presente
en tus encuentros con otras personas,
renuncias a la identidad conceptual que has creado para ellas,
tu interpretación de quiénes son
y de lo que hicieron en el pasado,
y eres capaz de interactuar
prescindiendo de los movimientos
egóticos del deseo y del miedo.
La clave está en la atención,
que es una alerta serena.
Qué maravilloso es poder ir más allá
del deseo y del miedo en las relaciones.
EL AMOR NO DESEA NI TEME NADA.
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