Existe una presencia cósmica, omnipresente, omnisciente, omnipotente. Como tal, no tiene nombre ni forma limitada, pero puede asumir cualquiera. Esta es la causa de las muchas cosas que llamamos creación o manifestación. Por lo tanto, todos lo seres son, esencialmente, puros, tranquilos y divinos.
Al comunicarse con Él o entender esto, podemos tener mejor comprensión, mejor vida y mayores capacidades. Podemos llamarlo Dios Único, Brahman, Adonai, Alá, Padre, Madre, La Cosa en Sí, Conciencia Cósmica. Uno puede acercarse a Él, mediante cualquier forma o símbolo que se adapte al gusto de individuo.
Pero no podemos comunicarnos con Él si carecemos del instrumento idóneo, es decir, de una mente limpia. Sin un cuerpo saludable, es casi imposible mantener una mente tranquila, por lo menos al principio.
Por naturaleza, la mente y el cuerpo son felices y saludables, sosegados y tranquilos. Es nuestro deber mantener ésta tranquilidad y paz Podemos lograrlo al asegurarnos que todas nuestras acciones, físicas y mentales, son perfectas y no causan perturbación en la mente.
Las diferentes religiones, sea directa o indirectamente, nos ayudan a lograr ésta paz y tranquilidad. Si el individuo no encuentra primero esa calma, no puede comprender al mundo. Hemos de resolvernos a llevar una vida tranquila y sosegada, dedicándola al bienestar del mundo.
Piensa en una cumbre a la que puedes acceder por diferentes rutas. Un hombre comienza a escalar por el lado oriental, el otro por el occidental. Mientras escalan, no se ven el uno al otro. Pero si ambos tienen un transmisor portátil, pueden comunicarse:
“ --- Hola, a dónde vas?
--- Voy a la cumbre.
--- Yo también voy a la cumbre, pero éste es realmente el camino.
--- No seas necio, ven por éste lado, sígueme.
--- No. Éste es el único camino hacia la cumbre.
En cierto sentido, ambos están en lo cierto. Pero, salvo que uno de ellos alcance su meta, no podrá entender que el otro también va rumbo a la cumbre. Al llegar a la cima, verá al otro escalando. “Oh, ahora veo. Ambos senderos vienen a dar al mismo lugar. Yo le gritaba que creía que estaba errado. Por eso le proponía que se pasar a mi camino. Gracias a Dios que no me creyó y descendió hasta el fondo, ni dio vueltas y comenzó a escalar nuevamente. Habría perdido mucho tiempo más”
Si tu sabes que ambos caminos al fin van al mismo sitio, fácilmente puedes admitir: “tú también tienes razón. Nos veremos allá. Continúa tu sendero, yo seguiré el mío”. Más, para saber eso, o crees lo que otros te han dicho a ti o tú mismo asciendes a la cumbre. Mientras tanto, no distraigas al prójimo.
Eso es universalidad. Mientras busques a Dios, acércate a Él. Es asunto solamente tuyo. Tú eres el viajero. Quizá tengas un maestro que te ha mostrado el camino. No trates de enseñarles a los demás, mientras tú no hayas alcanzado tu meta. Puedes enseñar después que hayas alcanzado a Dios. Entonces con seguridad, no perturbarás la Fe de la otra persona. De otra manera, es como si un ciego guiara a otro ciego.
Dos ríos no son exactamente iguales en cuanto a su cualidad. Tienen diferentes nombres, matices, sabores, pero todos corren hacia el mismo destino. Cuando llegan al océano, puedes distinguir el Ganges del Missouri, o el Eufrates del Hudson? Pierden su individualidad porque han llegado a ser uno.
Cualquiera sea el sendero que elijas --- según tu temperamento y gusto --- permanece en él con firmeza. Aunque uno puede acercarse a Dios mediante cualquier forma o nombre, si estás cambiando de idea respecto de Dios, no progresarás en absoluto. Con el tiempo, tu mente aceptará la idea que hayas elegido. Finalmente la mente misma asumirá la forma o las cualidades de quién adoras o en quién meditas. Por último, el adorador obtiene las cualidades del objeto de su adoración.
Más, si cambia constantemente, la mente no obtendrá esas buenas cualidades. Tú no puedes viajar por diez caminos a la vez, aunque ellos conduzcan a Roma.
Hasta en la devoción podemos prostituirnos. Si tenemos una forma de adoración ahora, otra mañana, y otra al tercer día, no llegaremos a ninguna parte. Es como estar excavando un pozo en cien lugares diferentes. En ninguna parte encontraremos agua. Miles de personas podrán caminar por el camino, cada una con su propio método. Todos pueden tener razón, pero debemos afirmarnos en una sola senda.
Al mismo tiempo, una persona verdaderamente religiosa, nunca condenará el camino de otro. Si deseas conocer a Dios, elévate por encima de ese nivel. Un ladrón conoce a otro ladrón, un santo conoce a otro santo. Si menosprecias a alguien, te estás limitando. A veces, las personas son fanáticas. Los convertidos o prosélitos religiosos, con frecuencia son peores que los otros. Se entusiasman tanto al principio, que no comprenden que también otros van a la cumbre por otro sendero. Todos somos hijos e hijas de Dios. Todos somos elegidos. Pero aún en las prácticas espirituales, la comida de un hombre puede ser veneno para el otro.
Sé devoto de la religión de la cual procedes. Se parece a una madre. Ten una sola madre. No puedo tener más que una. Es muy amada para mi, más si por el amor que le tengo yo dijera: “la única casta es mi madre”, tú me odiarías. Tú amas a tu madre como yo a la mia.
Cualquier religión que lucha contra otra, no es verdaderamente una religión. Religión significa total aceptación, no enfrentamientos. Si en alguna ocasión una persona se llama a sí misma religiosa y niega el camino o la religión de otro, ten por cierto que esa persona aun no entiende su propia religión.
En ésta era, no corresponde enseñar nada más que un tipo de acercamiento. Ahora hemos de enseñar a la gente el método universal. Muchas personas se sienten insatisfechas con su propia religión, porque les presentan disciplinas, rituales y reglamentos, sin recibir explicación alguna. Tal cosa no funciona hoy. Me alegra ver que la actual generación pregunta acerca de todo. “Por qué he de hacerlo? Cuál es el propósito que hay detrás?” En realidad, la mayoría de las practicas religiosas y rituales han perdido su significado. La gente los cumple mecánicamente.
Los rituales son indicaciones prácticas o réplicas externas de lo que debe suceder en tu interior. Si llevas flores a la iglesia, es una forma de demostrar tu afecto a Dios. Si traes frutas, estás ofreciendo los frutos de tus acciones. En la India traen dos plátanos que simbolizan los resultados de las malas y las buenas acciones. “Dios, no quiero nada. Te ofrezco todo”. A veces hay una cortina o un telón ante el altar. Cuando se abre, estás en presencia de Dios, has trascendido tu ego personal, que era un velo ante ti.
Los rituales en sí, no producirán paz o comunión. El propósito de todas las religiones consisten en remover las perturbaciones que esconden la verdad, para que tú puedas comprender.
Si entiendes apropiadamente los ritos religiosos, ellos te pueden ayudar. Pero también pueden esclavizarte si los practicas sin comprender su significado. Por eso, muchas personas los descartan.
Por qué encender una vela en el altar o cumplir con el Sabbath? Dios está ciego? No puede ver sin luz? Esa luz es el símbolo de la luz espiritual que has encendido dentro de ti. Nunca debe permitirse que se apague la luz de la verdad. Esa es la lux eterna.
Si te acercas a esa luz eterna, tú también te encenderás; el ego se quema y tu te iluminas. Desaparece tu individualidad, te conviertes en uno con el todo. Nunca se separa de Dios. Este es el significado secreto de todos los símbolos y ritos. La mente no puede comprender nada sin símbolos. De modo que los ritos y las escrituras son como escaleras para ascender.
En cierta ocasión, un gran sabio dijo: “hay dos clases de personas que no necesitan las escrituras o los dogmas. El primero es el tonto, el segundo es el perfecto”. El tono no sabe leer, ni le importa su ignorancia. Puede usar las escrituras como almohada. El perfecto ya sabe todo y no necesita de un libro.
Cuando eres perfecto, puedes tirar el libro. Una vez que has subido, para qué aferrarse a las escaleras, rituales y cosas religiosas que lo llevaron alli? Pueden ser muy útiles para elevarte, pero luego pueden convertirse en ataduras. Algunas personas se sientan a adorar las escaleras mismas: “Oh, mi hermosa escalera, súbeme por favor”. Hasta las sagradas escrituras han sido tratadas de ese modo, con cubiertas de oro y terciopelo, colocadas sobre un altar, se convierten en objeto de adoración. He visto a muchas personas adorar el Bhagavad Gita. No saben nada de lo que contiene. Los libros sagrados y los rituales han de ayudarte a comprender el espíritu interno, a sentir la unidad y la universalidad.
Sigue tu religión pero trata de comprender el propósito verdadero de todos sus ritos y tradiciones.
Que los rituales te ayuden a alcanzar tu meta, que es el propósito fundamental de todas las religiones. Ofrece tu individualidad y reconoce tu unidad espiritual con todos y con el universo. La verdad es una sola. Los senderos son muchos.