Estoy cansado, agobiado, parece que la cabeza me va a estallar. Mi cuello está duro y mis hombros como piedra.
Mi cabeza parece una bolsa de ladrillos
y mis hombros un bloque de hormigón…
y mi ego no para de hablar, de cavilar, de cuestionar,
de señalar!, de reclamar!, de cizañar!,
de culpar!!…
Necesito un respiro!
Debo establecer una lista de prioridades
para poder ir resolviendo cada situación de a una a la vez,
pero mi ego está sumergido en la pila de ladrillos
y apenas atina a “pegar manotazos de ahogado”.
No “puede” con todo solo.
No “puedo”, desde este nivel...
Para ver la pilla de ladrillos y discernir,
debo elevarme por sobre ellos.
A la misma altura sólo veo una masa uniforme
de color ladrillo, no veo una hendija de luz…
me falta el aire…
Debo elevarme para verlos mejor….
Respiro profundo … cierro los ojos… tomo aire…
exhalo… inhalo… exhalo … rítmicamente…
y con cada exhalación voy agregando un peldaño
a la escalera etérica que voy construyendo justo ahí,
delante de mi, a la altura de mi entrecejo.
La escalera debe encontrarse perfectamente
perpendicular al cielo,
no debe estar inclinada hacia ningún costado,
ni hacia adelante ni hacia atrás,
ni hacia el futuro ni hacia el pasado.
Asciendo un escalón y mi visión se va aclarando,
asciendo otro más y la luz comienza a manifestarse…
sigo ascendiendo…
Mirando hacia abajo ya casi puedo
leer el nombre de cada ladrillo pero se me dificulta mucho ascender por la escalera con tanto peso
en mi cabeza y hombros... y mi ego asoma su manito
llamándome de entre la pila de ladrillos!
No voy a escucharlo! Necesito “silencio”
y él es lo contrario al silencio…
Y ya hay suficiente ruido en mi cabeza!
Yo debo seguir ascendiendo y para eso
necesito deshacerme de algunos ladrillos.
Observo la pila de ladrillos y leo sus etiquetas:
“trabajo”, “alquiler” , “nota de la maestra”,
“enojo”, “falta de sueño”, “visita al médico”,
“familia”, “vecinos”, “tareas del hogar",
“caño roto”, “jardín”, "ropa sucia", “cuenta impaga”, “pareja”, “amigo ofendido”, “familiar hospitalizado”,
“heladera vacía”, “cumpleaños de mi sobrino”,
y bla… bla… bla…
Voy sacando cada ladrillo de a uno en uno
y lo deposito amorosamente dentro de una nube violeta iridiscente que dibujé a un lado, por debajo de mí
y por encima de la pila de ladrillos.
La nube los envuelve de tal forma que los ladrillos parecen fundirse uno a uno hasta convertirse en pequeñas estrellitas brillantes… destellantes ...
de diferentes tonalidades violeta.
Ya casi no quedan ladrillos pero debo sacarlos todos
para llegar al bloque de hormigón que traba mis hombros,
de modo que entrego los pocos ladrillos restantes
y asciendo un par de escalones más y para mi sorpresa
desde esta altura el bloque de hormigón ya no se ve!
Ha desaparecido!
A mayor altura más pequeño se ve todo!
Ya ni siquiera diviso la manito de mi ego!
A esta altura todo es pura Luz… Silencio… Amor…
Estoy flotando en una esfera radiante de Luz brillante y Cristalina! Casi como el Sol!
Estoy vibrando a otra frecuencia!
Ahora puedo verlo todo con más claridad!
Comprendo que “todo eso” no es la realidad!
Que éste… es mi Yo Verdadero!
el que vibra a la altura de mi propio Cristo!
Antes estaba sumergido en un sopor sin fin…
ahora estoy Despierto!...
He trascendido a mi ego!
En este nivel de consciencia no existen distancias,
ni límites, ni tiempo, ni pasado, ni futuro …
Sólo el Momento Presente. Sólo Amor.
El Amor obra. Todo lo toca, Todo lo impregna,
Todo lo transforma.
El Amor no “piensa” … el Amor “es”…
Mi eguito quedó "allá abajo", aunque no muy lejos
puesto que mi Cristo se halla a sólo unos metros
por sobre mi cabeza y puedo ascender a Él cuando lo desee
aún sin escaleras. Puedo alcanzarlo con sólo desearlo,
con sólo pensar en Él!
Y aunque no puedo siquiera divisarlo,
hago conexión con mi ego y le explico que
no hay lugar para él a esta altura,
lo envuelvo con mi Amor en agradecimiento,
él ha hecho todo lo que pudo de la mejor forma posible,
hasta el día de hoy.
El ha sido un caminante “sonámbula”,
dormido todo el tiempo sin poder ver “la realidad”
sin poder siquiera decidir qué Camino tomar,
cómo culparlo? Cómo enojarme con él?
Acaso no es el cuerpo en cuyos pies he caminado hasta hoy?
Si no lo tuviera a él, no estaría recorriendo esta Vida,
no podría cruzar los andenes que me llevan
de una estación a otra de esta encarnación.
Además sería imposible no amarlo, en esta frecuencia
no se experimenta otra cosa que Amor… del más puro…
el Único … el Real …
Todavía me queda Camino por andar “allá abajo”
y seguramente cada tanto tendré que lidiar no sólo con mi ego sino con los de otros,
pero desde ahora caminaré siempre Despierto
acudiendo a mi Cristo cada vez ,
para “entregarle todo”,
para ponerme en sus manos,
y dejarlo “hacer por mi”…
Ilve-Bandrui