"Dios, Tú conoces todo lo que es bueno para mi. Soy tu hijo, guíame y dirígeme. No puedo pedir esto o aquello. Tal vez cometa errores en mis peticiones. A causa de ni propio ego, puedo hacer cosas equivocadas. En consecuencia, te dejo que obres a través de mi".
Si todavía deseas pedir algo, puedes decir: “Señor, no sabes que soy tuyo? Haz lo que quieras. Permíteme comprender siempre que soy tu hijo, que me cuidas a cada momento. Concédeme el beneficio de recordar siempre ésta verdad”.
Dios siempre está allí, pero tú necesitas hacer algo para recibir ayuda. Por ésta razón dice la Biblia: “Pedid y se os dará”. Él no vendrá a ayudarte por la fuerza. Tú debes implorar su misericordia o sus bendiciones. Su gracia está dondequiera. No selecciona a las personas ni dice: “Bendeciré a éste y al otro no”. Él y su creación, lo que tu llamas naturaleza, siempre son neutrales.
Más para estar listo y recibir ayuda, necesitas de su gracia. Cómo puedes obtenerla? Debes abrirte a Él. Él no entrará por la fuerza. Esperará. En cierta ocasión, Sri Ramakrishna dio un hermoso ejemplo:
Unos pescadores se preparaban para hacerse a la mar, en la madrugada. En media hora, todos estaban listos y las barcas zarparon, excepto una.
Aquel hombre se quejó: “Qué sucede? Mi barca no se mueve. Todas las demás navegan bien. Parece que el viento es injusto. Le da fuerza a las otras pero a la mía no. Cómo puede ser eso?”
Estaba culpando al viento cuando alguien desde la playa le gritó:
“--- Oiga, qué sucede? Todos han desplegado sus velas y ahora se van. Pero usted no ha desplegado las suyas.
--- Oh! Ya veo. Lo haré.
Desplegó la vela e, inmediatamente, la barca salió y luego se detuvo. Se paró y gritó:
--- Mire, se lo dije. El viento no es justo. Creo que tiene algo en mi contra. Usted me dijo que desplegara la vela. Lo hice y me moví un poco, pero ahora estoy detenido una vez más. Qué puedo hacer?
--- Amigo, usted es rápido para culpar a los otros. No quiere ver su error. Acaso levantó el ancla?
--- Ahh, ya veo. Lo siento muchísimo”.
Al momento lo hizo y zarpó.
Dios es así. Él quiere bendecirte, pero no puede hacerlo por la fuerza. Dios espera a que estés listo, que pidas, que abras tu mente. Por eso dice la Escritura que es más fácil que un camello pase por el ojo de un aguja, a que Dios pueda entrar en la mente de un rico. Esas no son las palabras exactas, pero posiblemente comprendas. Significa eso que Dios es tan débil que no tiene la capacidad de entrar en la mente de alguien? No, Él quiere entrar, pero no hay lugar. Sólo hay lugar para automóviles, radios, televisores, dinero, propiedades, pero no para Él.
Un hombre pobre no tiene nada. Todo está vacío. De modo que, Dios viene y ocupa espacio. Si Dios quiere entrar, dale lugar. El devoto debe aspirar a esto. Si él es sincero, puede sentir que está tan débil que ni siquiera es capaz de pedir bendiciones. Entonces pedirá directamente: “Señor, por mi mismo, no tengo la capacidad para pedirte algo. Sin tu bendición y tu gracia, ni siquiera puedo orar”. Esto mismo es una oración. Uno se da cuenta de su pequeñez, y el hecho de comprenderla ya es suficiente para abrir la mente.
Esta apertura significa que estás abriendo tu corazón, franqueando tu caja de seguridad. Mediante la oración y la meditación --- al pedir de ésta manera --- tú te abres. No obstante, al mismo tiempo, debes hacer algo más. Recuerda al pescador que desplegó su vela, pero no se movió. Hay muchas personas que, desde su niñez, asisten a la iglesia y oran con asiduidad, más no cambian su modo de vivir. Continúan manifestando su lado imperfecto.
Podrán estar haciendo lo que dicen las Escrituras pero, desafortunadamente, no han levado anclas. Están atados al mundo por muchas cuerdas. A causa de eso, necesitan discernimiento y capacidad de desapego; ambos van juntos. Por un lado tu cortas todos los nudos que te atan al mundo; por otra parte abres tu corazón a Dios. Sólo así podrás navegar. Por eso dicen las Escrituras que debes darle todo a Dios. No permanezcas atado a las cosas insignificantes. Cuando procedas de éste modo, en tus peticiones, sentirás la Gracia Divina; de otra manera, Dios solamente estará allí. Tú también tienes que hacer tu parte. Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos. Ramakrishna dice: si te acercas un metro a Dios, Él es misericordioso y se acercará diez metros a ti. Pero si no caminas ese metro, no uses tu calculadora y piensa que Él se acercará ocho metros. Tú tienes que comenzar el proceso.
Cuando adoras, estás haciendo contacto con la batería principal que es Dios? Mediante tu oración y devoción debes estar en comunicación con Él. Tú haces una conexión. Supón que eres una lámpara conectada a una dínamo mediante un alambre. Si no hay buen contacto, no recibirá luz. Si eres una lámpara que trata de obtener luz desde una batería cargada --- o de la imagen de Dios --- tu oración viene a ser el cable de conexión. Si la oración tiene falso contacto, no recibirá luz.
Me comprendes? Muchas personas elevan sus oraciones de éste modo: “Oh Dios, bendíceme, ayúdame. Creo en ti con plena fe; nadie más puede ayudarme, sí, sí, Señor así, Señor asá. Terminaré mi oración y vendré pronto”. Repiten sus oraciones van de acá para allá, observando a la gente. “Cuántos están aquí? Dónde estará mi amigo? Habrá llegado? Por supuesto que esa oración es solamente servicio de labios. “Yo soy tuyo. Todo es tuyo. Que se haga tu voluntad”, mientras que, con una mano, sostienen la billetera en sus bolsillos. Tal oración hace falso contacto. Cuando oras, debes olvidar todo lo demás.
Incluso, si conoces todas las Escrituras de memoria y las puedes recitar desde la primera hasta la última página, no ganarás la gracia de Dios. Él no necesita tu erudición ni tus conocimientos. A Él no le interesa cuánto sabes. Lo que Él desea saber es cuánto practicas. El lenguaje florido y las largas oraciones no son importantes. Aunque sólo se trate de una palabra, y hasta de una palabra sin sentido, ella ha de brotar del corazón. Muchos niños se comunican con sus madres de ésta manera mediante un sonido que nadie más entiende. Cuando el bebé llora de cierta manera, solamente la madre lo entiende, porque es su lenguaje especial.
De la misma forma, la madre absoluta y esencial conoce, aun sin palabras. Siente; sabe. Es el corazón el que debe orar; no los labios ni la cabeza. Eso es muy importante en la devoción. Siempre desarrolla el corazón. A donde vayas --- sea el templo, la iglesia, la mezquita, o la sinagoga --- y cuanto hagas --- se trate de reverencias o liturgia --- que siempre esté allí el corazón. Un corazón secreto es sagrado. No necesitas exponerlo o demostrarlo a los demás. Qué sólo Él lo sepa. Que sea comunicación secreta.
Eso es devoción sáttvica. Las personas que poseen tal actitud devocional, son afortunadas. Ella es de gran valor. Todos tenemos eso en nosotros, pero, desafortunadamente, nuestra inteligencia tiende a dominar. Sólo permite que tu corazón se ablande. Es la forma más fácil de acercarse a Él. Conviértete en bebé en brazos de la madre. Cierto sabio solía decir: “Señor, yo sé el truco. No necesito leer nada. No necesito hacer nada. Sólo lloro. Sé que te alcanzaré”. Hay personas que empiezan a llorar cuando comienzan a orar. Es la mejor forma de alcanzar la Luz.
Todos somos como lámparas eléctricas. A menos que esté bien hecha la conexión a través del corazón, no obtendremos su corriente o la iluminación. El positivo y el negativo, deben estar separados; también, el dar y el recibir. Salvo que des bien, no podrás recibir bien. Da sólo por dar, y el recibir, vendrá automáticamente. La corriente corre en un sentido y luego regresa. Si está negociando todo el tiempo: “estoy dando tanto, debería recibir tanto”, causarás un corto circuito que producirá calor y tensión.
Por lo tanto, no dejes circuitos flojos o malas conexiones. La cantidad de corriente que puedas recibir, depende también del filamento de la lámpara. La única diferencia entre una lámpara de 6 vatios y otra de 1000, se halla en el tamaño del filamento. La corriente y la conexión son las mismas pero cuando el filamento es más grande se atrae más energía. El filamento es tu mente. Si tienes una mente estrecha, sólo puedes recibir una pequeña porción de la gracia de Dios. Amplía tu mente y tu filamento será mayor; así, obtendrás mayor gracia y brillarás más. Desafortunadamente, muchas lámparas no tienen nada de filamento. Hacen conexiones, pero nunca brillan. Tú necesitas una mente limpia y amplia. Al mismo tiempo, no seas codicioso. Qué pasará si una lámpara está hecha para 110 voltios y usa 220? Se funde. Has lo que esté dentro de tus límites. Por ésta razón el devoto dice: “Señor, no voy a pedirte que me des esto o aquello. Puedo ser codicioso. Si me das todo lo que quiero, me puedo fundir. Por lo tanto, decide Tú, qué y cuánto darme. Yo sólo estoy aquí”.
Dios sabe todos los idiomas. Ora en tu lengua natal. Cuando cantes u ores de corazón, no tendrás que preocuparte acerca de si pulsas la nota correcta o no. La oración sincera y fervorosa es meditación. Tú estás centrado en tu atención. Cuando enfocas tu mente en una idea particular conectada con Dios, entonces, la oración asume la forma de meditación. El mantra Gayatri que se le da a los devotos, también es una oración y significa: “Señor, Tú que iluminas el cosmos entero, ilumina también mi intelecto”. Medita en su significado y repítelo.
En la meditación, tu enfocas tu mente en un a oración , un mantra, tu propia respiración o el latido de tu corazón. Cuando medites en tu corazón, imagínate que Dios está allí, haciéndolo latir. Él es el latido mismo. Es el movimiento dentro tuyo. Los hindúes lo llaman la danza nataraja.
Escoge lo que desees para tu meditación u oración, lo importante es darle significado a lo que dices o haces. Cuando el pensar-hablar-actuar se juntan, entonces producen fruto. Cuando hablo, mis manos se mueve de ésta o aquella manera inconcientemente. Mi cuerpo coopera automáticamente, sin mi conocimiento, ayudándome a expresar algo. La expresión mental va primero; el cuerpo actuará, de acuerdo con ella.
Sucede lo mismo con tus oraciones y acciones diarias. Las oraciones se transforman en acciones. Las acciones que se ofrecen son oraciones. A su tiempo, cada acción es una oración o, lo que es lo mismo, una meditación. Tú no podrás vivir de otra manera. Al principio podrás separarlas: “ésta acción y ésta oración”. Es una buena manera de comenzar. Destina tiempo para una y para otra. Pero al expandirse gradualmente, una actitud fervorosa acabará por saturar tu vida entera. Por último, todo será oración.
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