Cuando un niño pequeño
comienza a caminar,
sus pasos son vacilantes
hasta que gana confianza,
y entonces son más firmes y seguros
hasta que, finalmente,
puede caminar sin tropiezos.
Luego aprende a correr y a saltar,
pero cada etapa
debe alcanzarse a su tiempo.
Eso pasa con la fe.
Tiene que ser construida poco a poco;
no llega de una vez.
En tanto pones tu fe a prueba,
crecerá, hasta que seas capaz
de alargar el paso y vivir
por completo por ella,
porque tu seguridad yace en Mí.
Tu sabes que Conmigo
puedes hacer todo porque
Yo soy quien está trabajando en ti
y a través de ti para producir todo
y que, librado a tus fuerzas,
no puedes hacerlo.
Reconoce siempre
la fuente de tu fortaleza e inspiración
y nunca dejes de agradecerla.
No des nada por sentado,
antes bien,
reconoce Mi mano en todo.
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