Debe haber equilibrio en todo.
Trabaja mucho, pero también
aprende a jugar mucho, y haz
lo que te guste hacer,
sea lo que sea.
No importa que tus preferencias
sean simples o extravagantes, en tanto
encuentres verdadera alegría en ellas.
Cuando haces algo que disfrutas,
no importa si es arduo o difícil,
no te sientes exhausto, sino estimulado
y vigorizado.
El trabajo nunca debe ser monótono,
y nunca lo será si tu disposición a él
es apropiada y te entusiasma
lo que estás haciendo.
Cuando haya equilibrio en tu vida,
encontrarás integridad
y no habrá una dosis excesiva
ni de trabajo ni de juego.
Una es tan mala como la otra.
Nunca compares tus gustos
con los de los otros;
lo que a ti te gusta
puede no gustarle a otro.
Haz lo que quieres hacer
y deja que los otros hagan lo que les gusta.
Vive y deja vivir.
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