Instrucción Concerniente al Servicio

El privilegio de servir a la humanidad
es una gran bendición,
pero el primero y más grande servicio divino
es el de reconocer y aceptar plenamente a vuestra
Poderosa Presencia Yo Soy.
Su llama en vuestro corazón y su gloria
por encima de vosotros.

Las ideas que del servicio se hace la gente
son erróneas.

Muchos actos considerados como servicio
no son sino esclavitud impuesta por
los sentidos de uno mismo o de los demás.

La realización de actos físicos para satisfacer
o halagar los deseos o las necesidades del yo externo
no es Servicio, no lo ha sido
ni lo será jamás.

Os ruego que abandonéis esta falsa idea de Servicio,
porque os digo francamente y en verdad
que esto no es exacto.

El primer servicio para todo ser humano
es la alabanza y adoración del Yo divino.
La presencia de Dios en el corazón
de cada individuo.

Guardando constantemente la atención
de la mente inferior sobre la Presencia Yo Soy,
esta llegará a levantar el entendimiento humano
a la plena aceptación del Supremo Poder
Conquistador anclado en la forma humana que,
después de todo es divina.

Si en los servicios que queremos prestar
a nuestro prójimo, olvidamos guardar
nuestra atención fija en nuestra
Presencia Yo Soy,
Fuente del Amor Divino,
entonces hemos perdido en gran parte
nuestra energía.

Si todo nuestro tiempo está embriagado
por el trabajo, para satisfacer las necesidades
de los sentidos y no se presta atención alguna
al manantial, a la Presencia Yo Soy
que produce todo lo que tenemos necesidad,
entonces hemos fallado en la finalidad
de la existencia.

El único servicio real es el de guardar
la atención sobre la Presencia Yo Soy y
aceptarla con tal firmeza que la mente exterior
vibre al unísono con Ella.
En este momento los actos de la vida cotidiana
devienen con naturalidad el Servicio divino
perfecto del momento presente.

De esta manera, el Gurú interior
-- la Presencia Yo Soy --
dirige la actividad exterior
y el plan divino se cumple.

Antes de haber percibido la iluminación
el yo externo desea mostrar sus capacidades.
Pero todos estos afanes humanos
están predestinados al fracaso y,
bajo el choque producido por el hundimiento
de sus vanas tentativas,
el pobre yo humano se despierta
y termina por mirar hacia lo alto,
hacia el Manantial del Poder que había olvidado
o voluntariamente rechazado.

Nuestro libre albedrío nos obliga a escoger
entre los titubeos del intelecto
o las directivas divinas de nuestra Gran
Presencia Yo Soy.

Jamás la Presencia se impone.
Espera Ella que la invitemos a tomar
posesión de su Templo.

Cuanta más alegría pongamos en
la aceptación de nuestra Presencia Yo Soy
más rápidas serán las manifestaciones
de su Poder.

La aceptación de la presencia debe ser firme.

Debe fijarse la atención en la Presencia
todo el tiempo, y con la intensidad suficiente
para despojar al yo externo
de todas sus pretenciones al poder.

El yo externo no puede negar el hecho
de que toda la energía que emplea,
en general para crear sus propias desgracias,
le es dada por la Presencia Yo Soy.

Jamás permitáis que vuestras ocupaciones
profanas, os priven del tiempo necesario
para comunicaros con vuestra Divinidad,
sin compartir y con la suficiente duración
para darse cuenta de que vuestra Presencia
os guiará hacia el verdadero Servicio y os hará que
hagáis lo que debe hacerse.

Ahí tenéis la verdad en lo que concierne
el verdadero Servicio:

"No tendréis otros dioses que Yo.
Tu Presencia Yo Soy es el primer mandamiento
y el cumplimiento perfecto de la Ley."

Extracto del Discurso XX de Saint Germain:

Vuestra propia Divinidad debe
tomarse en consideración ante todo.
Conviene darle vuestra constante adoración.
Este acto elevará vuestra conciencia al plano
en que seréis fortificados y capacitados
para prestar ayuda a millares de seres.

Ninguna acumulación de servicio
da un provecho permanente,
en tanto que la individualidad no ha aceptado
primero y dado adoración
a su propia divinidad, la poderosa
Presencia Yo Soy.

Los que desean servir a la Luz y hacer
realmente el bien, deben comprender
esto primero.

Los estudiantes dicen:

"Si yo tuviera dinero,
cuánto bien podría hacer."

Es una ilusión.

Cuando la unión con la Presencia Yo Soy
se haya realizado,
vendrá para el servicio todo el dinero necesario
y nada en el mundo podrá impedirlo.

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