Aunque camine por este mundo,
con zapatos de mendigo o de rey,
mi alma es la misma desde el principio.
Ni los conocimientos que he cosechado durante el tiempo,
me servirán para evadir el momento de mi último aliento.
Lo que tuve, solamente me ha servido
para que mi cuerpo se pose en un lugar seguro y amable,
el dinero me ha permitido tener y ver cosas
que otros jamás verán,
pero más allá de eso no tengo nada.
Mis conocimientos me han permitido hablar de cosas
delante de los demás, para que sepan que he estudiado;
y he visto, que hasta algunos se pasean con vanidad,
mostrando sus títulos, honores y posesiones,
ignorantes de lo que realmente alimenta el alma.
Mi trabajo me permitió utilizar descabelladamente
u oportunamente mi tiempo, para insertarme en la sociedad,
competir dentro de un ámbito por posesiones
que nunca me pertenecieron, y jamás me pertenecerán;
y delante de los demás, dar limosnas a los menos afortunados
o a los falto de esfuerzos, para que todos me miraran,
y dijeran que era una persona de bien.
Nada fue mío.
Perdí mí tiempo cosechando automóviles,
propiedades, barcos, mujeres, y soledad;
y todo eso, no sirvió de nada cuando me llegó el momento
de dar cuenta de lo que realmente tendría que haber cosechado: sabiduría.
Todo lo que he vivido, mis sentimientos, y mis historias
se disolvieron al viento del tiempo, y me descubrí desnudo,
con mi alma repleta de preguntas sin respuestas,
y a pesar de todo lo que había aprendido con mis ciencias,
no pude dar cuenta del porque de mi ignorancia.
Partí hacia un lugar donde todo lo que tengo,
todo lo que llevo, inclusive mi cuerpo,
no sirve de nada.
Y ahora, tarde me doy cuenta, que opté en esos momentos,
proteger mi cuerpo del frío y pasearme entre ambientes lujosos,
y me olvidé de lo que llevaba dentro de mí.
Hoy, estoy loco, reviviendo mis acciones,
y no puedo comprender como pude estar tan ciego.
Lloré, y amargué mi vida por acciones erróneas
de hombres y mujeres hacia mi corazón, pero en realidad,
tendría que haber reído,
porque me estaban mostrando el camino que no debía seguir.
Pasé tardes deprimido, por palabras en contra de mis acciones,
siendo que ellas, eran fortaleza para mi alma,
y era justamente un llamado a batalla para ponerme de pie,
y caminar por la vida.
Le temí al cambio, y me oculté en un rincón de mi casa
a llorar por mis miedos, y preguntarme:
¿Qué pasará...?
Mi mente sólo imaginaba derrota y desconsuelo.
Y ahora, veo que Dios me había dado mis monedas de oro,
y preferí enterrarlas a que negociar con ellas,
y ganar diez veces más.
Y luego, acepté mi decisión, cargando culpas a los demás.
Ciego voluntario fui, y hoy padezco lo que elegí,
en esta habitación solitaria.
Nací libre, y morí rodeado de gruesas y enormes ataduras,
que yo solo anudé.
Nada de lo que tenía, me sirvió para evadir mi último suspiro.
Y las palabras que en algún momento
me aplazaron o me alentaron,
quedaron vacías, porque yo mismo las maté con mis acciones.
Estuve rodeado de personas que me amaron,
y otras que no lo hicieron, y lloré porque no era amado por todos,
y lloré porque todos me odiaban,
y perdí mi tiempo pensando en como agradarles a todos,
y caí cuando supe que había quienes me odiaban.
"Ohh Dios mío" dije,
pero solamente había montado mi propia obra de teatro,
con mis propios espectadores.
Y así me evadí de todo lo que realmente necesitaba,
siempre tenía una excusa bajo la manga,
y como el método siempre funcionaba,
creí que estaba ileso.
Estaba equivocado.
Ahora estoy aquí, ya soy viejo.
Mi piel está ajada y mis ojos perdieron su color.
Mis manos tiemblan y mis piernas actúan por su propia voluntad.
No recuerdo mucho de lo que tuve,
pero me doy cuenta que fue efímero.
Mis propiedades las vendí,
mis automóviles se están pudriendo en algún lugar;
y otros quizá, andarán por ahí renovados.
Algunas de mis mujeres han muerto,
y otras se pasean con sus enormes familias,
de vez en cuando las veo, y las saludo de lejos.
No están mejor que yo, y en su semblante,
al igual que en el mío, veo la carga que llevan a cuestas.
Mis ciencias no me han permitido retrasar mi tiempo,
y el dinero que he ganado con ellas,
será para los que me precederán en esta carrera.
Y ahora recuerdo que cuando tenía el dinero en mis manos,
lo miraba como si fuera mi Dios, y sonreía,
creía que tenía todo, pero me veo, y no puedo creer
que haya perdido mi tiempo adulando a rostros extraños
pintados en papeles de colores.
Hice todo lo que quise, y hasta algunos dirán
que he vivido una buena vida.
Pero no les puedo decir lo verdadero de la vida,
porque ya no puedo hablar.
Ayer, se me acercó un joven, y me leyó un cuento,
era un buen cuento, pasamos un buen momento.
De vez en cuando yo miraba a través de la ventana,
y veía los pájaros libres surcando el cielo,
y entendí que vendí mi libertad, a un precio muy caro
que, ahora estoy pagando.
El muchacho finalizó su lectura,
y me acarició con cierto amor y lástima;
yo, le di las gracias mentalmente,
y se fue caminando rápido a leer su cuento a otro viejo más,
que descansa conmigo en este hospital olvidado,
pero lleno de sonidos extraños.
Estoy esperando cerrar mis ojos.
¿Pero eso no había sucedido ayer?
Existe alguien conmigo, que me dice que estoy en lo cierto.
Y le pregunto si me dará una nueva oportunidad.
Me mira y sonríe.
Pero no me da el "SI" que yo espero, solamente se queda a mi lado,
a escuchar mis historias.
Ya me he ido, y aunque nadie lo ha notado,
aún sigo aquí.
Porque siendo un cuerpo viejo,
mi alma aún tiene mucho que aprender,
porque tengo la esperanza, de alcanzar un día,
la sabiduría que me permita cosechar lo realmente importante.
Las luces se apagaron,
pero yo sigo hablando con mi acompañante,
ambos reímos.
Él me está enseñando,
que es lo realmente importante en mi cosecha.
Sí...
Tengo mucho que aprender.