Hermes Trimegistro - Las Condiciones de la Obra - IV



Los alquimistas que sólo aplican sus pensamientos

en continuas sublimaciones, destilaciones,

transformaciones y congelaciones;

en extraer de diferentes maneras
los espíritus
y los elixires,
además de muchas otras operaciones

más sutiles que útiles y que se envuelven

en una serie de errores diversos,

esos alquimistas que se martirizan
y atormentan
por sólo placer;
por su propio talento

jamás reflexionarán sobre la simple vía
que reciben de la Naturaleza
y
nunca los iluminará y guiará un rayo de Verdad.

Esta situación demasiado penosa
y trabajosa,
los aleja de la verdad
y les sumerge el espíritu
en apuros
y dificultades, igual a las Sirtes.

La única esperanza que les queda

es buscarse un buen guía y un preceptor fiel

que los saque de estas tinieblas

y los obligue a percibir la pura claridad del sol y de la verdad.


El lenguaje de La Obra Secreta de Hermes Trimegisto, es conciso, cerrado y realmente hermético. El habla de nuestro autor se distingue por una precisión helénica, razón por la cual, el traductor, se ve forzado, a veces, a sacrificar el sentido de la frase con el fin de no deslucir el pensamiento del autor, que nos hace llegar su mensaje desde el siglo XVII.

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