El Mago, El Carcelero y El Prisionero


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El instinto inocente del bebé
acerca de lo
que siente bien o mal
se pierde rápidamente.

Poco a poco comienzan a oírse las voces interiores,
primero la de la madre que dice "sí",
"no",
"eres un niño muy juicioso",

"eres un niño muy tonto".

Cuando el sí, no, bueno o malo

concuerdan con lo qu el bebé desea,

no hay problema.

Pero es inevitable que surja un conflicto

entre las necesidades del bebe

y lo que sus padres esperan.


Los dos mundos, el interior
y el exterior,
comienzan a chocar.


Las semillas de la culpabilidad
y la vergüenza
no tardan en sembrarse;

el temperamento temerario
del recién nacido
se mancilla con el temor.


El impulso interior de
"esto es lo que deseo"
se convierte en interrogante:
"Está bien que desee esto?"

Nos pasamos la vida esforzándonos
por volver al estado de autoaceptación

con el cual nacimos.


Durante años se multiplican
los interrogantes
y arrojamos a las cavernas secretas
y a las bodegas oscuras de la psique

tanta cantidad de duda, verguenza,

culpabilidada y temor como podemos.

Sin embargo todos esos sentimientos

permanecen vivos por hondo que los enterremos.

Todos los conflictos interiores

con los cuales no logramos reconciliarnos

conducen a un yo-sombra.


"Es interesante observar esta corte"
,
anotó una vez Merlín
cuando Arturo ya era rey. "

No me había dado cuenta de que
ustedes los mortales
realizan todos el mismo oficio".

"Lo hacemos" preguntó Arturo, "
y cuál podría ser ese oficio?"


"El de carceleros", replicó Merlín,
rehusando decir una palabra
sobre el asunto.

A los ojos del Mago,

todos somos carceleros
de nuestro yo-sombra.

La mente inconsciente es la prisión

donde encerramos todas las energías indeseadas,

porque así debe ser,
sino debido a la marca indeleble
que nos han dejado los años
de sí, no, bueno y malo.

Después de reflexionar acerca
de lo dicho
por Merlín sobre el carcelero,
Arturo lo buscó y le dijo:

"No deseo ser así,
qué puedo hacer para cambiar?"

"Nada es más fácil"
replicó Merlín.

"Sencillamente toma nota
de que
estás representando los dos papeles,
carcelero y prisionero.

Si eres ambos lados de la moneda,

entonces ninguno de los dos puede ser tú,

puesto que se anulan entre sí.
Reconoce eso y seras libre."

"Pero no sé cómo hacerlo",
protestó Arturo.
"Cómo puedo encontrar a ese yo-sombra del que hablas?"

"Sólo escucha.

Como todos los prisioneros,
él envía mensajes,
através de los muros de su celda."




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