Alienados


La densidad del ego depende de nuestro grado
(el de nuestra conciencia) de identificación
con la mente y el pensamiento.
El pensamiento es apenas un aspecto minúsculo
de la totalidad de la conciencia,
la totalidad de lo que somos.
El grado de identificación con la mente
varía de persona a persona.
Algunas personas disfrutan de períodos de libertad,
por cortos que sean, y la paz, la alegría
y el gusto por la vida que experimentan en esos momentos
hacen que valga la pena vivir.
Son también los momentos en los cuales afloran
la creatividad, el amor y la compasión.

Otras personas permanecen atrapadas
en el estado egotista.
Viven separadas de sí mismas,
de los demás, y del mundo que las rodea.
Reflejan la tensión, de tal manera
que no ven ni oyen realmente a los demás.

No están presentes en ninguna situación
porque su atención está en el pasado o en el futuro,
los cuales obviamente existen sólo en la mente
como forma de pensamiento.
O se relacionan con los demás
a través de algún tipo de personaje
al cual representan, de manera que no son ellas mismas.

La mayoría de las personas viven ajenas a su esencia,
algunas hasta tal punto que casi todo el mundo
reconcoce la "falsedad" de sus comportamientos
y sus interacciones, salvo quienes son igualmente falsos
y los que están alienados de lo que realmente son.

Estar alienado significa no estar a gusto
en ninguna situación o con ninguna persona,
ni siquiera con uno mismo.

Buscamos constantemente llegar a "casa"
pero nunca nos sentimos en casa.

La Sirenita



Hans Christian Andersen, el escritor danés,
del igual modo que los Grimm
realizó un trabajo de rescate de leyendas populares escandinavas
la pasada centuria.

Tal vez más sentimentales y románticos
que los cuentos de los hermanos alemanes,
los de Andersen son algo menos el resultado de una fidelidad
a los relatos tradicionales, que una creación personal,
en la cual la impronta del autor está mucho más presente.
Si nos detenemos en La hija del mar,
más conocida como La Sirenita,
encontramos por un lado la evocación de criaturas
en apariencia fantástica pero que personalizan
a fuerzas sutiles que habitan en realidad las aguas marinas
(las legendarias "nereidas"; la presencia de tales criaturas
es permanente en nuestra cultura desde hace milenios).
Desde otro ángulo, la historia de "la sirenita"
es simbólicamente la peripecia de cualquier ser humano
atraído por algo más que el presentismo materialista
y fenoménico, que busca con ahínco
"otras" realidades intangibles.
Todos somos de alguna manera esa sirenita
que tenía una inexplicable nostalgia
por el mundo de la superficie que no conocía,
y que luego de poder contemplarlo al conjuro del amor
ya no va a poder olvidarlo.
La sirenita muestra luego un posible camino
de mayor trascendencia, que se abre
para quien esté dispuesto a transitarlo:
a través del renunciamiento,
y de un amor generoso y desinteresado,
ella logra por fin —superando pruebas y zozobras—
elevarse a una dimensión incomparablemente
mejor que aquella en la cual habitaba.


Otros Cuentos de los Grimm


Hansel y Gretel muestran por un lado
la capacidad que da el estado de alerta,
de conciencia, para superar las trabas y acechanzas
que nos coloca la vida y sus avatares.
Esto en el caso del primer abandono de los niños en el bosque,
pues en el segundo las migas de pan
que Hansel esparce en el camino son comidas por los pájaros.
La casa de caramelo encierra otra enseñanza:
por fuera dulce, amarga y siniestra por dentro.
También aquí Hansel se salva con habilidad y astucia.
De su peripecia por el bosque
—el camino del buscador de la verdad—
Hansel y Gretel vuelven con joyas y piedras preciosas,
que son ni más ni menos que los "bienes espirituales"
ganados con la experiencia.


Caperucita Roja por su parte,
debe recorrer el bosque (que es la vida)
donde encuentra al lobo
(los múltiples peligros y acechanzas)
para visitar a su abuelita
(la sabiduría de los ancestros).
Es devorada, junto a su posibilidad de sabiduría,
por el lobo, por la vida.
Sin embargo algo late en ella,
al igual que en aquella Sofía de los gnósticos
asediada por la oscuridad, y por ello recibe ayuda
encarnada en el cazador (la fuerza Superior)
que la salva a ella y a la abuelita.



El caso de Pulgarcito es el de todo aquel
que siente el llamado de la aventura del espíritu.
Es pequeño, como pequeños somos todos
enfrentados al misterio de la existencia.
Con audacia, valentía y entereza
va dando sus primeros pasos,
aplicando también la inteligencia
(por ejemplo: en el episodio de los ladrones en la casa del cura).
Es devorado primero por una vaca
y luego por un lobo (animales emblemáticos).
Se salva en el primer caso apelando
a sus propios recursos,
o sea haciendo creer que la vaca hablaba,
lo que hace que la maten, la abran y él pueda salir.
Del vientre del lobo lo rescata su propio padre.
Aquí la sugerencia es notable: nuestro Padre trascendente
—ese "Padre nuestro que estás en los Cielos"
de la plegaria por excelencia enseñada por Jesucristo—
salva al peregrino del Camino de la Verdad
de los riesgos e incluso de las caídas y despistes.

Si reparamos en otros cuentos de los Grimm vamos a encontrar más referencias a criaturas de carácter fantástico.
En La ondina del lago el molinero realiza un pacto
con una criatura sutil de las aguas,
en el cual desaprensivamente cambia a su futuro hijo por riquezas.
Aquí —como enfatizamos antes con relación a las hadas y gnomos— debemos aclarar que no se trata de mera imaginería
sino que el argumento da carnadura a "reales"
fuerzas síquicas presentes en la naturaleza,
que son neutras en realidad
y que utilizadas sin precaución
y sin el conocimiento debido nos llevan tarde o temprano
a la desgracia.
Pero este relato posee otros elementos
de rica significación: cuando ese niño,
destinado por su inconsciente padre a la ondina del lago,
cae —ya mayor— en poder de esa fuerza que habita las aguas,
su mujer —a través del sueño—
logra obtener los recursos para salvarlo.
Esto es puro y auténtico "esoterismo";
todos los maestros y escuelas genuinas han considerado
que es en el llamado Mundo Astral,
la dimensión de los sueños ni más ni menos,
donde realmente podemos tomar contacto
con las verdaderas claves de la Sabiduría profunda.
En el final del relato, el hombre salvado de la ondina del lago
y su mujer, son separados mucho tiempo por el Destino;
esto trae, en cierta manera,
el antiguo arquetipo de las "almas gemelas",
que se buscan —a través de muchas existencias—
hasta encontrarse plenamente un día.

Podemos todavía recordar más referencias a los misterios esotéricos en los Hermanos Grimm.
En La casita del bosque, d
donde las tres hermanas se pierden
al ir a llevarle la comida al padre siguiendo los granos
que él había dejado esparcidos por el camino
(y que las aves se comen en cada ocasión),
estamos ante un "encantamiento"
—pues el viejo que encuentran es un príncipe,
y los animales sus servidores—
que nos remite a realidades concretas de la magia
como el fenómeno de la "licantropía".
Las tres hermanas sufren la misma "prueba",
pero solamente la salva —
atendiendo a la alimentación de todos los personajes
y dejando de lado el egoísmo— la menor.
Ella es premiada y las otras castigadas c
con el encierro en una oscura cueva
(esto se puede interpretar como la Ley del Destino operando).

Blancanieves



Blancanieves es el cuento más conocido de los Grimm.
Aquí también la heroína es huérfana y tiene madrastra.
Reparemos en la frecuencia de tal circunstancia
en este tipo de historias;
la madrastra es una mala madre,
y analógicamente la vida puede ser una dura madrastra
cuando no logramos una adecuada relación con ella.

Ese espejo en que se mira la reina
nos remite al tema de la imagen,
de la máscara y el rostro;
los espejos estaban presentes siempre en las ceremonias
de iniciación de la genuina Rosacruz,
y el espejo tiene relación directa con las artes mágicas,
con ciertas capacidades taumatúrgicas
y con el comunicarse con otras dimensiones.

La reina, al enterarse por el espejo que ya no es la más linda,
le pide al cazador que mate a Blancanieves
y que le traiga como prueba de ello el corazón,
los pulmones y el hígado
(harto significativa la relación de estos órganos
con aspectos de la "anatomía oculta" del hombre).

Los siete enanos son justamente los gnomos,
contraparte espiritual de los minerales
a los que aluden todas las añejas enseñanzas populares y esotéricas.
Hay un aleccionante texto de Paracelso,
relacionado con estos inocentes obreros subterráneos
que toman la forma de diminutos ancianitos.

La reina no solamente es mala,
es una hechicera de la "mano izquierda",
y tiene el poder de las metamorfosis mágicas
(por tal motivo puede volverse vieja).

Por tres veces visita a Blancanieves y ésta no la reconoce;
le ofrece primero un lazo que le quita la respiración,
luego una peineta que casi la envenena,
y por último una manzana emponzoñada.
En los dos primeros casos los enanos llegan y la salvan,
pero no sucede lo mismo en el tercero.
Blancanieves permanece como si estuviera muerta,
en estado de latencia,
hasta que se presenta el príncipe y la revive.
Aquí se reitera el tópico de la "salvación por el amor"
—presente también en La bella durmiente —
que tiene cierta relación con misterios
como el Andrógino y el erotismo trascendente.

Es interesante reparar en el símbolo de la manzana.
Este se remonta a Adán y Eva en el Génesis.
Es equivalente a la tentación aquí también.
Lo pecaminoso como prohibido.

La Cenicienta



Las hermanastras de La Cenicienta no eran,
contra todo lo que se ha creído, feas
—al menos no en el cuento de los Grimm—
pero sí "de corazón duro y negro".

A quienes se han acercado valiéndose
de la lógica común a este relato,
les ha sorprendido la frialdad del padre,
favoreciendo siempre a las que en definitiva
no eran sus hijas de sangre;
aquí debemos recordar el sentido alegórico,
e interpretar que ese padre equivale al Ser interior de cada uno,
nuestra Conciencia más profunda en otros términos.

Desde la perspectiva religiosa:
ese Dios que en muchos casos resulta duro,
pero que en definitiva actúa como el perro pastor
que muerde a las ovejas para que no se desvíen
de la buena ruta y se precipiten en un barranco.

Las palomas y otras aves ayudan a Cenicienta
a separar el grano para poder ir al baile.
Esto nos habla de otra realidad oculta:
la relación que puede darse entre un alma pura y esas "ánimas" que son la parte espiritual de los animales.

Por tres veces Cenicienta baila con el príncipe,
y al llegar la noche
(no la medianoche, que es algo que agregaron versiones posteriores)
se escapa para no ser reconocida.

El número 3, la acción realizada por tres veces, es un elemento también constante en este tipo de historias tradicionales. Vale recordar el profundo sentido Cabalístico del 3.

Culminando con la peripecia de Cenicienta,
la muchacha apela a su madre difunta;
acude a su tumba a la hora de la imposibilidad,
y es allí donde aparece la solución.

Aquí percibimos dos elementos de inusitada hondura:
el aspecto maternal-espiritual,
simbolizado en el catolicismo por la Virgen María,
que puede prestar ayuda a quien transita
un camino de búsqueda trascendente;
pero también está la tumba,
o sea —herméticamente hablando—
la "muerte que nos da vida".



La Bella Durmiente


Adentrándonos en los relatos en concreto,
si tomamos
La bella durmiente,
encontramos que en el reino del padre de esa niña recién nacida
eran trece las hadas, y sin embargo se invita sólo a doce,
y la treceava resulta el hada fatídica.

En esto hay una profunda significación esotérica,
que va mucho más allá de la popular superstición con el número 13,
pues el 13 en numerología profunda es un número positivo
vinculado al cambio espiritual.

En cuanto a que se invite a doce a la fiesta:
podemos asociar esto con los doce apóstoles,
los doce dioses olímpicos en Grecia,
los doce signos astrológicos,
los doce pares de Francia que secundaban a Carlomagno,
los doce caballeros que acompañaron al Rey Arturo
en la mística aventura de la Tabla Redonda,
las doce horas de Apolonio de Tyana.

El 12 aparece en muy diferentes culturas como número clave.
Las hadas de éste y otros cuentos tradicionales
no son meramente personajes de fantasía,
sino que se corresponden con criaturas de otras dimensiones
a las que han hecho referencia muchos clarividentes.
Estos seres vivirían en otro plano, más sutil,
y tendrían justamente la misión de ayudar a los seres humanos.

Once de las hadas le ofrecen a la niña diversos dones,
como virtud, belleza, riquezas, etc.;
la número 13 —ofendida por no haber sido invitada al bautismo—
maldice a la recién nacida pronosticando su muerte a los quince años;
a su vez, el hada número 12, que aún no se había manifestado,
aminora esto diciendo que solo será un sueño de cien años.

Vemos claramente, haciendo "otra" lectura distinta,
el trabajo que los Señores del Destino realizan antes de cada nacimiento,
balanceando los méritos o deméritos de quien va a nacer y marcando su suerte.

El sueño de la bella durmiente,
y el sueño en que caen todos los habitantes del reino,
es desde otro punto de vista ese "dormir" en vigilia
que para Samael Aun Weor y otros autores esoteristas
es la condición actual del ser humano.

Una zarza enorme cubre el palacio y a los durmientes,
lo que puede evocar la zarza ardiente que encontró Moisés en el desierto,
y alude a la necesidad de ciertos conocimientos
para lograr despertar realmente la conciencia




Qué Se Esconde Detrás de un Simple Cuento de Hadas (Parte 2)


Hermanos Grimm

Cuando hablamos de "cuentos de hadas" se entiende que tales historias no se refieren exclusivamente a las hadas, aunque ellas suelen aparecer en ellos, lo mismo que los duendes, los gnomos, las ondinas, y otros tantos personajes sutiles que hacen referencia a realidades esotéricas.

Con esa denominación abarcamos todas las sagas tradicionales que tienen de común denominador la amalgama entre lo que llamamos real y lo fantástico, el proponerse como "ejemplos" en sentido amplio, y el tener esa condición alegórica y claramente "arquetípica".

En general son relatos lineales, de estilo coloquial y libre, planteados de tal manera que se facilita naturalmente su recordación oral.

Ello queda claro cuando leemos por ejemplo los cuentos de los Grimm en una traducción fiel al original, no en las tantas que adulteradas abundan por ahí.

Un grave problema con el que se encuentra el estudioso de estos materiales tiene que ver con las malas o inexactas traducciones.

Son adaptaciones pretendidamente "para niños", donde se ha intentado quitarle crueldades al texto con el lamentable resultado de tergiversarlo.

Por ejemplo:
hay una traducción inglesa de La Cenicienta, en la cual se eliminó la parte final del relato, aquella en la cual se describe el castigo sufrido por las dos hermanastras en manos de las palomas amigas de Cenicienta. Este fragmento, que es decisivo, tiene que ver ni más ni menos con las leyes cósmicas
de Retribución y Castigo,
eso que los hindúes llaman Karma.

Otro de los motivos que explican la tergiversación de estos cuentos es su adaptación a la pantomima en el siglo XVIII. Si a ello agregamos el toque Disney, tenemos ya un caso de adulteración proyectada a públicos masivos.
Si tomamos como ejemplo nuevamente La Cenicienta:
en la versión original no aparecen ni zapatitos de cristal, ni calabaza, ni ratón (elementos que se agregaron para darle más brillo).


Otro detalle que se dejó de lado fue la escena en que las hermanastras aparecen cortándose los dedos de los pies para poderlos hacer entrar en los zapatitos.


Hay elementos que se reiteran,
como la presencia del príncipe y la princesa;
uno de ellos o ambos han sido encantados, y el amor los libera.

El casamiento final alude a la "boda química" de los antiguos alquimistas, y a la unión del alma humana y el espíritu presente en todas las antiguas enseñanzas.

Los cuentos comienzan en general con la expresión "Erase una vez..." lo que hace referencia a que se trata de algo que puede volver a suceder una y otra vez, en diferentes casos,
lo que está vinculado a la ley de Recurrencia y también a la ley cósmica del Eterno Retorno.

Y suelen culminar los relatos con una frase harto sugestiva:
"y si no han muerto desde entonces, ellos están todavía vivos".

Podríamos seguir con la interpretación de elementos recurrentes en muchos de los relatos.
Por ejemplo,el viejo rey que muchas veces aparece,
es tal vez la Eterna Conciencia, el Anciano de los Días de los cabalistas.

El número siete lo vemos reiterado:
los siete enanos de Blancanieves,
los siete cabritos con el lobo.

Recordemos que entre los egipcios y los griegos, entre los pitagóricos y todos los cultores del profundo simbolismo de los números,
el siete fue altamente significativo.
No por casualidad se habla de siete planetas astrológicos,
de siete metales alquímicos,
de siete cuerpos de la anatomía oculta del ser humano,
de siete cosmos en referencia al macrocosmos,
y que sean siete los días de la semana.





Bandrui

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