Quién es el Gurú?




Si crees que puedes encontrar la respuesta y las instrucciones en lo profundo de tu ser, adelante. Tu mente actúa como maestra si está lo suficientemente despejada. Después de todo, el maestro está en el interior. pero si aún no puedes obtener respuestas claras de tu interior, puedes preguntarle a alguien que ya conozca el camino. Quizás tengas que estudiar algunos libros durante un tiempo para buscar las respuestas. Cuando ya estés preparado, de alguna manera, la Providencia te asignará un maestro. En el momento en que el discípulo ya está listo, el maestro aparece.
Él o ella será tu “gurú” o maestro que en sánscrito, significa “el que ilumina”. Esta palabra se compone de dos sílabas: “gu”, oscuridad o ignorancia, y “rú” que significa “el removedor” El gurú es el removedor de las tinieblas. Literalmente significa “maestro”. Todos los profetas son gurúes. Dios mismo se manifiesta como tal, limitándose a enseñarnos. El cuerpo, el físico, no es el gurú, él es el aspecto divino que vibra en ese cuerpo.
Si en alguna oportunidad tu dices: “Mi gurú tiene un rostro hermoso”, o es calvo, o tiene barba, te estás refiriendo al aspecto físico. Si la barba larga lo identifica a uno como tal, todas las cabras serían gurúes por su larga barba. Se está refiriendo al aspecto físico.
No se trata de las características físicas sino de la iluminación, de la parte divina en el ser humano.
El gurú es buen transmisor y receptor. Uno recibe de él, porque el gurú ya ha estado vibrando en el nivel divino. Puede sentir tu vibración y decirte lo que mejor te conviene y beneficia. De esa manera, tú obtienes un guía. Un gurú no te conduce hasta la meta, sólo te muestra el camino. A ti te corresponde recorrerlo.Si tienes hambre, debes comer. Yo no te puedo reemplazar; sólo puedo mostrarte dónde encontrar comida. Un gurú genuino, no te solicitará nada, excepto tu sinceridad; si sabe que pides con sinceridad, él te dará. Pero ni siquiera dándote te exigirá que uses lo que te conceda. Sencillamente te dirá: “Allí está el restaurante. Si no comes, no me sentiré desdichado”. En ocasiones, los aspirantes creen que si no hacen al pié de la letra lo que dice, éste los maldecirá. Ningún maestro auténtico procedería así. Su propósito consiste sólo en mostrarte el camino.
Depende de ti que adoptes a alguna persona como gurú. Ella no vendrá a ti a decirte: “Quiero ser tu gurú”. Él también cree que debe seguir aprendiendo. Un gurú verdadero, ni siquiera se da a sí mismo ese nombre. Entonces, cómo puede reconocerse a un gurú verdadero? No se acercará diciéndole: “Yo te enseñaré”. Sencillamente, él será testimonio de una vida hermosa.Tú aprenderás con su ejemplo, porque es la entrega misma en persona, que no se deja influir por elogios ni críticas. Es sabio. No busca el bienestar material, el renombre, la fama, ni nada semejante. Posee sabiduría consistente. Su vida es estable. Está por sobretodo dualismo, sin dejarse afectar por el placer o el dolor, la ganancia o la pérdida. Allí está, simplemente. Ni siquiera te impondrá sus consejos o enseñanzas. Tampoco llamará a la puerta para entrar en tu casa y leerte sus escritos. Tú tendrás que acudir a él y probarle que estás interesado, con toda sinceridad.
El gurú no es codicioso, no busca el beneficio material, ni hace nada para su propio provecho, sino que está totalmente dedicado a servir a los demás, siempre sereno, con equilibrio perfecto.
En ocasiones, quizá parezca un animal feroz, hasta un poco salvaje e iracundo. Es posible que pierdas la fe en él, pues no sabrás por qué está actuando de esa manera. La razón es que desea beneficiar a los demás. Sólo un joyero experto conoce qué es un diamante. Del mismo modo, para conocer plenamente al gurú, uno debe serlo también. Puedes comenzar a comprenderlo más, si tienes la suficiente apertura. El indicio de que se trata de un verdadero hombre de Dios es su perfecto estado de satisfacción. Si ves a un maestro perfecto, sabe que tal perfección está en sus ojos. Debes proceder cautelosamente en la búsqueda del maestro. Yo me siento más inclinado a confiar en los alumnos que llegan a mi con lentitud y prudencia. Al fin y al cabo, la relación es como una de matrimonio, pero entre le discípulo y el guru. Cuando se unen dos corazones, a tal unión se la puede llamar matrimonio.
Tú no puedes conocer a tu gurú usando sólo el cerebro. Escucha a tu corazón. Se trata de un sentimiento positivo, de una atracción natural. Las miradas se encuentran y difícilmente pueden separarse. Por supuesto, no anules por completo la apreciación racional.
Es árbol es conocido por sus frutos.
A las personas de espíritu gozoso se las llama espirituales. A las que buscan ese mismo espíritu, se las llama iniciados espirituales. Los discípulos son los iniciados y el gurú es quién los dirige, para que comprendan lo que él mismo ya ha comprendido.
Es feliz, eterno, estable, inmaculado, inmutable. Es el testigo eterno de todo. El gurú es aquel que no paga ni un solo centavo, y sin embargo, ve siempre el filme. Es el testigo eterno El Universo total es su filme. Por todas esas cualidades es difícil descifrarlo. Es como un pez durmiente.
Una sola persona no puede ser gurú de todos. El gurú verdadero no anda en busca de más discípulos. Si te encuentras con un maestro que desea más y más alumnos, sencillamente piensa que él está haciendo negocio. Primero debería ocuparse de beneficiar a sus discípulos y de ninguna manera obligarlos. Si un maestro te dice: “te has convertido en mi discípulo. Si acudes a alguien más te maldeciré, échalo de tu casa. No es gurú sino hombre de negocios. Por el contrario, el gurú, debe darte plena libertad; cuando considere que algo está equivocado en tu vida te lo dirá con toda gentileza. Pero si el alumno ha perdido la fe en él, corresponde que se haga a un lado y alegremente deje que el discípulo se aleje.
Tu no debes sentirte atrapado ni comprometido, aún cuando te hayas “rendido” a un maestro, no eres su esclavo. El discípulo es un buen amigo, un hijo, un paciente. En el momento en que ya no disfrutas, o no digieres los alimentos que se te ofrecen, debes ir a comer a otro lugar. Si no estás totalmente convencido, quizás te convenga quedarte por más tiempo, pero no por años o meses. No necesitas someterte a una dieta insípida por un lapso prolongado para descubrir al fin que el plato no es un manjar.
Incluso si encuentras al maestro adecuado para ti, deberías ser capaz de distinguir al verdadero gurú.
Recuerda, no se trata de lo exterior, de lo físico, sino del yo, de la Luz interna.

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Bandrui

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