El Yo Que Va Desapareciendo

Levántate, despierta, deja de dormir. Puedes librarte del egoísmo. Todas las religiones lo enseñan, con diferente vocabulario: Nirvana, salvación, renunciamiento, palabras que se refieren a esa liberación del egoísmo.
Dios creó al hombre a su imagen. Es decir, me hizo como es Él. También creó a mi prójimo a su imagen. Todo lo creó a su imagen. Desafortunadamente leemos ésta afirmación en forma mecánica. Presta atención a cuánto sucede a tu alrededor. Dos grupos siguen al mismo profeta y acuden a las mismas escrituras. A diario abren la Biblia y leen: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”; luego, la cierran, disparan una ametralladora y envían su “amor” por medio de balas.
La naturaleza egoísta del hombre le hace pensar: “Soy diferente de los demás. Tengo que satisfacer todos mis deseos” o bien, “Mi comunidad (o mi país) debe triunfar”. Éste tipo de individualismo se basa en el egoísmo humano. Aleja de tu mente éstos pensamientos, pues son causa de guerras, de la contaminación, del odio, de diferencias políticas y religiosas. Todo parte de ese egoísmo humano. El ego puede manifestarse de muchas maneras: como orgullo nacional, racial o religioso. El ego es egoísmo. Por qué se pelean los seres humanos en nombre de la religión? Se pelean por egoísmo.
Donde predomina el ego, siempre habrá división. Se dirá. “mi país, comunidad o raza”. Alguien puede enorgullecerse por pertenecer a cierta raza, alegando que es superior a las demás. Esa es una coraza egoísta.
El hombre sueña dentro de esa coraza egoísta, totalmente sombría. Si desea que penetre la luz, debe quebrarla. Es el propósito de todas las prácticas yogas, incluso del discipulado del poder de la entrega.
Un hombre egoísta, jamás se rendirá. Nada puede alcanzarlo, excepto su orgullo o todo aquello que lo alimente. Hasta puede aparentar que se ocupa en actividades hermosas y útiles. Quizás otros se estén beneficiando por sus acciones, pero él no. Su orgullo aumenta y penetra en tinieblas más densas.
Tienes que esforzarte mucho para depurar el yo. No es labor fácil ni agradable. Quizás hasta sea dolorosa, pues el yo no desea ser purificado. Si, en verdad te interesa recibir la Luz para despertar, tienes que someterte, tienes que limpiarte tú mismo, o ponerte en manos de un buen “lavandero”. Permite que te estruje, que te oprima. Si no se lo permites, él no perderá nada, pero tú, lo pierdes todo. Cuando el yo es depurado, entonces Dios puede entrar fácilmente, para darte toda la luz que desees.
En los monasterios Zen, por ejemplo, no se admite a nadie de inmediato. Quizás el aspirante a monje tenga que sentarse a la puerta y dormir ahí durante varios días. Esa acción le quebranta su yo. Pero tal vez tu seas un poco egocéntrico y digas: “Qué disparate! Muchos maestros proponen: “Acude a mi lugar de reunión, sé mi discípulo” y hasta me reciben con una taza de café. Por qué debo sentarme a esperar tres días para que me dejen entrar?”
En ese caso, vete. El maestro no pierde nada. Tú no le estás permitiendo que te dé lo que quiere darte. La apertura se producirá cuando quiebres por completo la coraza del yo y puedas decir: “Me rindo. Soy tu discípulo. No sé nada”.
En cierta ocasión un alumno zen le pidió a su maestro un poco de sabiduría. El maestro le contestó: “Ya hablaremos de eso después; por ahora bebe una taza de té”. Tomó la jarra y comenzó a servirle. Siguió sirviéndole, aunque la taza ya se había llenado y se derramaba. El alumno le dijo: “Señor, no me sirva más, la taza ya está colmada”.
El maestro respondió: “Oh, lo siento mucho, pero mejor váyase y primero vacíese de usted mismo. Entonces regrese, para que me sea posible derramar mis enseñanzas sobre usted”. Cuando uno se vacía de su yo, está en completa disposición para recibir enseñanza, pues todo el conocimiento previo se basaba en el yo. Mientras no obres así, siempre habrá algo que te estorbe. Acaso no dice la Biblia: “bienaventurados los pobres de corazón porque ellos vendrán a Dios”? Cuándo? Solo sucede cuando el corazón es puro, pacífico, libre de egoísmo, del “yo” y de lo “mío”. La pureza de corazón y la ecuanimidad mental constituyen la esencia misma del yoga.
No trates de deshacerte de tu yo. Sin yo, no hay incentivo. Sólo cámbialo, hazlo saludable. Si te deshaces él, perderás tu valor. Pero si lo purificas y cambias de “yo” a “nosotros”, de lo “mío” a lo “nuestro”, haz llegado a la raíz del problema y te has transformado. Entonces puedes desarrollar un yo fuerte, saludable.
Al fin y al cabo, qué es el yo? Sólo un sentimiento individual que desaparece tarde o temprano, en la universalidad de Dios. Mientras tanto, tu yo te conduce a Dios. Sin ese buen yo, cómo podrías llevar a cabo una práctica espiritual? Necesitas tu yo para acercarte a Dios, pero al aproximarte más, lo pierdes.
Cuál es la diferencia entre el YO con mayúscula y el “yo” con minúscula? Sólo el tamaño. Las letras de ambas palabras tienen la misma forma, estén en mayúscula o en minúscula, pues todo depende de cómo las escriba uno. Si quieres deshacerte de tu yo, comienza a escribirlas en minúscula. Así de sencilla es la solución del problema.
Vive en éste presente dorado. Se te ha concebido un poco de libre albedrío para que lo uses y después lo reintegres. Si te sometes a esa Suprema Voluntad, el pequeño yo morirá, entonces, cambiarán tu cuerpo y tu rostro.
El cuerpo es la manifestación del yo. La mente crea su propio cuerpo. Por eso, cuando cambia la mente, también cambia el cuerpo. Cada pensamiento produce una modificación en tu rostro. Todo tu metabolismo es afectado por tus pensamientos. Si te disgustas, fluye la bilis y tu rostro se sonroja. De ahí que no se necesite observar a alguien en acción para saber qué hace. En el momento en que uno ve a alguien perverso puede decir: “Ese tipo es perverso”. Sus ideas malignas son expresadas a través de su cuerpo. De la misma manera, los pensamientos inocentes, hermosos, sin egoísmo, hacen que el rostro luzca tan puro como el de un bebé. Todos nacemos con ese rostro hermoso. Recuperémoslo negándonos a obedecer al yo egoísta.
En ocasiones, uno tiene que disgustarse con su yo. Niégate a obedecer a ese amo. Sencillamente dí: “Renuncio a trabajar par ti”, porque la acción egoísta no produce gozo verdadero. Quizá te lo dé por cierto lapso, pero siempre causa problemas, después. Si analizas bien, los deseos egoístas se disiparán. Sigue analizando: vale la pena satisfacer al yo? Por cuanto tiempo puedes hacerlo? Siempre demanda más y más. Dónde termina? Mientras tanto debes estar alerta constantemente, vigilando la tensión y ansiedad.
Si ignoras al yo y practicas una vida sencilla, simple, ingenua, no debes preocuparte por él. Por qué te mortifican las opiniones que los demás tienen de ti? Debes saber bien qué eres tu. Algunos creerán que eres un fracasado, pues así lo perciben. Pero si juzgaran que eres una bella persona, acaso por el simple hecho de que lo dicen, lo eres en realidad? Lo mismo sucedería si dijeran que eres un pollo. Es necesario que alguien te señale lo que eres? No te preocupes por lo que dicen los demás.Te gustaría perder peso? Muchos se preocupan por reducir su peso físico; sin embargo se sentirían más livianos y más libres si redujeran el peso de su egoísmo. Esto es para pensarlo. Toma una hoja grande de papel y escribe en ella todo aquello que te pertenece, según tú: nombre, fama, posición, poder, capacidad mental, todo. Tu lista es muy larga, es que llevas una carga muy pesada. Mientras menos pesada sea más libre te sentirás.
Supongamos que escribo muy poco y sólo tengo un bolígrafo. Es suficiente para mi. Pero si tengo diez y sólo uso uno, prácticamente estoy impidiendo el uso de los otros nueve bolígrafos que podrían estar en manos de varias personas. En el mundo hay suficiente para todos; solo debemos preocuparnos por los otros y compartir con ellos cuanto tenemos. No falta nada, porque la naturaleza cumple su deber de darnos todo lo que realmente necesitamos. Lo que no hace es satisfacer nuestra codicia.
Por lo tanto elimina tu egoísmo. Esto no significa que debes escaparte del mundo ni que has de dejar de hacer el bien. Por el contrario, de ésa manera, tú serás una de las personas mejor capacitadas para hacer algo a favor del mundo. Imagínate que pasaría si todos los líderes desarrollaran un espíritu de servicio y desprendimiento. La tierra sería un paraíso.
Este planeta fue creado para que lo disfrutáramos. Exigimos hacer uso de todo. Si sabemos cómo aprovechar cada cosa en el momento y con la actitud apropiadas, todo nos producirá salud, felicidad y gozo.
Aprende a controlar tu yo. De esa forma disfrutarás hasta de los problemas y los fracasos. Al concluir la lucha, sin duda, habrás derrotado al demonio.

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