La Vida Como Un Grajo






Merlín solía tomar nota de los detalles
más pequeños de la naturaleza,
y en todos ellos veía lecciones.


Un día mientras caminaba por el bosque con Arturo,

oyeron la perorata que un grajo
les lanzaba
desde un pino cercano.

“Detente y mira”
, le susurró Merlín.

El grajo era un pájaro nervioso, caprichoso.

Tras hacerse oír de los intrusos,
voló hasta otra rama con mejor vista,
pero a los pocos segundos no le bastó

y voló hasta una tercera.


Después aparentemente olvidó que ellos estaban allí
y bajó al suelo para inspeccionar un cono de pino.
En cuestión de segundos, pasó de chapotear en un charco

a espantar un reyezuelo verde

y picotear un trozo de corteza podrida.


“ Qué piensas de eso como forma de vida?”
,preguntó Merlín.

“No mucho”, replicó Arturo.

“Actúa como una bola de plumas sin cerebro,
sin idea alguna de lo que desea hacer”.

“Así parecen ser las cosas cuando una criatura
vive confiando únicamente en Dios”
, dijo Merlín.

“Se pasa el día persiguiendo despreocupadamente

un impulso tras otro sin pensar en el futuro
y,
no obstante,
debes admitir que la pasa bastante bien”.

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